La Alcazaba (3371 metros) es la tercera máxima elevación del parque nacional de Sierra Nevada. En su impresionante cara norte destaca el espolón NO, que desciende como un contrafuerte hacia las profundidades del arroyo de Valdecasillas.
El espolón de la Alcazaba es una ruta de escalada clásica, no demasiado técnica, en la que es importante seguir bien la ruta y no embarcarse en su laberinto de roca. Por eso cuando Andrés, que había subido varias veces, me dijo de ir, no me lo pensé dos veces.
Comenzamos en la Hoya de la Mora, en los aparcamientos que hay cerca del albergue Universitario. El primer día no vamos a hacer demasiado recorrido, pero si el suficiente para subir a vivaquear en la montaña. Salimos de la Hoya de la Mora por la senda que rodea el antiguo observatorio y se mete en el barranco de San Juan. Ganamos desnivel por el barranco, siguiendo más o menos el cauce, hasta que éste deja de estar claro y se convierte en una pradera. Desde esa zona subimos por la izquierda hacia el Campanario, para buscar la entrada al veredón inferior. La subida está pisada y hay hitos, así que es fácil encontrar el paso. Por el veredón inferior, con buena vista del corral del Veleta, bajamos al Guarnón, donde pensamos vivaquear la primera noche.
Tras el vivaqueo, terminamos de cruzar el Guarnón y subimos por terreno descompuesto hasta el collado de Veta Grande. Hay un tramo al principio que no está muy claro pero hay suficientes hitos para orientarse. Desde el collado hay una buena vista del camino que nos falta hasta la Alcazaba. Bajamos del collado y cruzamos sucesivamente el corral de Valdeinfiernos, las lagunas de Gabata y Larga, pasamos por debajo de la norte del Puntal de la Caldera y subimos hacia el Juego de Bolos. En realidad no subimos éste último pico, sino que lo flanqueamos para entrar en la Hoya del Mulhacén, con la bonita vista de su cara norte. Tras bajar a la hoya, pasamos junto a la laguna de la Mosca y entramos en el vasar de la Alcazaba, por el que llegamos a pie del espolón que pretendemos subir, orientado hacia el noroeste en la espectacular muralla norte de la Alcazaba.
El espolón de la Alcazaba no es una vía de escalada definida. Es un laberinto de roca donde las trepadas de II y III se suceden sobre todo en su primera mitad. El punto de orientación para entrar en el espolón es una veta de color blanco que corta la pared unos metros por encima del vasar. Pero no se ve una línea clara y definida. De vez en cuando hay hitos que ayudan un poco a orientarse, pero no es un lugar para meterse sin conocer la ruta o sin experiencia. A un par de largos del inicio de la subida encontramos una cornisa muy característica, que se pasa de izquierda a derecha. Es muy aérea pero hay buen agarre para pies y manos. En caso de que hubiera algo de nieve o de llevar compañeros menos experimentados, no estaría de más encordarse y asegurar el paso.
Tras la cornisa vuelven las trepadas, alternadas con zonas más fáciles para progresar, hasta que en el tercio final el espolón se interrumpe por un canchal por el que subimos hasta las últimas trepadas que conducen a la cima. Este último tramo es mucho más abierto que la primera parte y hay más posibles caminos para subir.
Dejamos la cima de la Alcazaba y caminamos en dirección al Puntal de la Cornisa. ÉSte tiene en su cara norte un pequeño vasar (más bien una cornisa), por el que se puede bajar hacia Siete Lagunas, pero perdiendo muy poco desnivel para ir hacia el vasar del Mulhacén. Si se baja por el coladero se pierde algo más de desnivel. Bajando por la cornisa, y progresando después por el extremo norte del circo hacia el Puntal de Siete Lagunas, salimos al collado que hay entre éste y el Mulhacén. Desde el collado, bajando un poco por la norte, nos metemos en el vasar del Mulhacén, que corta toda la cara norte de éste hasta la Caldera. Además, hay una fuente en el vasar que viene muy bien para reponer agua.
Salimos del vasar a la Caldera, pasamos junto al refugio, subimos por la senda hacia la Punta de Loma Pelada y continuamos por la pista, pero nos desviamos por la derecha, pasadas las lagunas de Río Seco, para bajar por la senda del mirador de Ferrer hasta la laguna de la Gabata. Pasamos por aquí a recoger el saco y la esterilla, que habíamos dejado para no tener que subirlos por el espolón. Tras recuperarlos, y también algo de comida, buscamos lugar para vivaquear lejos del entorno de las lagunas, que es zona protegida.
Para terminar la ruta solo nos falta volver por el mismo recorrido que a la ida. Volvemos a pasar por Veta Grande, el Guarnón, el veredón inferior y regresamos a la Hoya de la Mora.